Comunicación y Pandemia

¿La pandemia cambió la comunicación momentánea o permanentemente?

Juan lleva sentado más de una hora en su auto. Como ya se ha hecho habitual, se encuentra atascado en la Autopista General Rumiñahui, camino a su trabajo en la ciudad de Quito. El tránsito avanza muy lentamente y, a momentos, no avanza nada.

Un trayecto que le tomaba treinta minutos se ha convertido en un desplazamiento de dos horas. Y, en medio de este panorama, Juan se pregunta, una vez más, por qué su jefe ya no le permite hacer teletrabajo.  

Las maneras de comunicarnos cambiaron en la pandemia  

Debido al encierro y las restricciones por el COVID-19, las maneras de comunicarnos cambiaron. Y, dentro de este cambio, las tecnologías de la información y comunicación (TICs) jugaron un papel importantísimo para mantener conectada a la gente.

A pesar de las limitaciones en muchos sectores, las TICs ayudaron a que los niños continuaran recibiendo clases. Además, colaboraron para que las familias continuaran en contacto. Y ayudaron a que mucha gente realizara sus actividades laborales desde casa.

Las videollamadas por Whatsapp a los padres o hijos pasó a ser la norma. Las reuniones por ZOOM eran cosa de todos los días, tanto de trabajo como reuniones sociales. ¿Quién no tuvo alguna fiesta virtual por ZOOM con una copita en la mano?

El trabajo virtual o teletrabajo se volvió la norma durante la pandemia.
El teletrabajo se volvió la norma durante la pandemia. (Imagen tomada de elpais.com)

¿El cambio fue pasajero?

Varios expertos auguraban que el teletrabajo llegaba para quedarse. En 2020, Debra Dinnocenzo, presidenta de VirtualWorks, señalaba que luego de la pandemia “Los trabajadores y las familias van a pasar más tiempo juntos” y “creo que insistirán en que quieren más tiempo para trabajar en casa y no volver a hacer esos viajes diarios agobiantes que estaban haciendo antes”.

Sin embargo, parece que el cambio fue pasajero, al menos, en nuestra querida ciudad de Quito. A ciertas horas, en los principales accesos y avenidas de la ciudad, se forman interminables filas de autos. Miles de personas buscan llegar a su lugar de trabajo, creándose un tránsito verdaderamente insoportable.

¿Cuántas de esas personas, quienes están desperdiciando valioso tiempo en el tráfico, podrían realizar su trabajo desde casa? No hay una estadística oficial, pero seguro es un buen porcentaje. La pandemia ya nos demostró que no había necesidad de ir a sentarse frente a la computadora de la oficina para cumplir con las tareas, pero lo estamos volviendo a hacer.

Tráfico en la Autopista General Rumiñahui.
Tráfico en la Autopista General Rumiñahui. (Imagen tomada de elcomercio.com)

Volviendo a “la normalidad” y olvidándonos las ventajas de las TICs

Ahora que las restricciones de movilidad y aforo han terminado, pareciera que la pandemia no cambió nada. Todos los avances en cuanto a comunicaciones a distancia se han borrado. La gente todavía tiene una resistencia a las tecnologías de la comunicación y prefiere la presencialidad a toda costa.

Es verdad que existen actividades que requieren contacto humano obligado. Sin embargo, la pandemia comprobó que hay tareas que no necesitan presencialidad. Y es que la presencialidad puede ser reemplazada con un buen uso de las TICs.

Qué bueno que sería que existieran ventanillas virtuales, con las cuales se evitara el traslado de tanto la persona que trabaja, como la persona que requiere el trámite. Qué bueno sería que las compañías y empresas contestaran los requerimientos de los clientes por una red social. No obstante, nuevamente las personas están regresando a los viajes, las filas y la pérdida de tiempo.

Luego de que las limitaciones por la pandemia han sido levantadas y la gente está volviendo a “la normalidad”, vale preguntarse ¿aprendimos alguna lección de la pandemia?, ¿somos una mejor sociedad, más eficiente y consciente? Solo hay que echar un vistazo a la calle, a las noticias, a las redes sociales para tener la respuesta.  

Largas filas a las afueras del Registro Civil de Quito
Largas filas a las afueras del Registro Civil de Quito. (Imagen tomada de extra.ec)

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